Es habitual entre adultos el preguntar a los jóvenes sobre qué quieren ser de mayores. En la mayoría de ocasiones es un ejercicio que nos tomamos para conocer mejor sus gustos y perspectivas de futuro, quizá para poderlos orientar. El problema es que en la actualidad es muy arriesgado el aconsejar una u otra perspectiva de futuro, porque la sociedad está cambiando a tal velocidad que hoy en día nadie sabe cuáles van a ser las profesiones del futuro. Con suerte podemos tener una perspectiva a algunos años vista, pero según todos los expertos más del 50% de las profesiones actuales están en declive o van a desaparecer en una década. Pero estamos de enhorabuena, surgirán otras tantas profesiones nuevas acorde con los avances sociales y tecnológicos que estamos viviendo.

Puede resultar curioso, pero les invito a hacer un poco de investigación y de echar la vista atrás, y pensar en todos los avances que nos han afectado desde principios de siglo, cómo se ha transformado nuestras vidas y hábitos, los trabajos que han surgido alrededor de todos esos cambios y cuáles han desaparecido o están en vías de extinción.

Un ejercicio que hago con mi alumnado es analizar los cambios que se produjeron hace un siglo, a caballo entre finales del siglo XIX y principios del XX. Dos fotografías bastan para analizar lo que supuso la revolución industrial de aquel momento. En una se ven calles llenas de coches tirados por caballos, en calles llenas de lodo. En la otra, tan solo una década después se ven automóviles de época sobre calles de asfalto o adoquines.

 

Piensen no solo en los cambios que son obvios; piensen en términos laborales. Profesiones como criadores y domadores de caballos, de fabricación de bridas, de alimento para caballos, de conductores de carruajes, de ruedas de madera…, hasta de sombreros y botas, desaparecieron en esa década. Pero, surgieron otras nuevas oportunidades: fabricantes de coches, motores, frenos, ruedas de caucho, expendedores de gasolina, asfaltadores, baterías y luces… todo ello cambió en muy poco tiempo. Y los cambios fueron mucho más profundos, ya que con la fabricación de coches surgió el trabajo en cadena que transformó la industria completa.

Ahora estamos en un momento de profunda transformación, por lo que, qué podemos aconsejar a nuestros jóvenes. Lo mejor que podemos hacer es algo simple, podemos decirles “No pienses en qué quieres ser de mayor, piensa qué vas a necesitar para tu futuro.”

Y en este caso, debemos plantearnos y es nuestro deber como adultos en cambiar el discurso y abrir la amplitud de visión de nuestros jóvenes. Hablemos de competencias. De cuáles son las competencias que más van a ser valoradas en el futuro.

Competencias como aprender a aprender de manera autónoma y responsable, porque si algo está claro es que el futuro es un futuro destinado a aprender constantemente, a reinventarse continuamente. No en vano se estima que las nuevas generaciones van a desarrollar sobre unas 10 profesiones diferentes a lo largo de su vida, por lo que van a tener que aprender nuevas técnicas, pensar en nuevos productos y servicios, a desaprender para aprender de nuevo y poder adaptarse a los cambios que se produzcan. Es lo que se denomina “Long Life Learning”.

Competencias tecnológicas, puesto que más del 70% de las nuevas profesiones van a estar relacionadas directa o indirectamente con este campo. Pero también competencias para saber resolver problemas con creatividad. Nuestros trabajos girarán en torno a proyectos que habrá que desarrollar en equipo en poco tiempo, analizar un problema, ponerlo en contexto, pensar e idear ideas y ponerlas en marcha. Proyectos con una vida limitada y de nuevo surgirá un nuevo proyecto.

Competencias socioemocionales. Por un lado, el trabajo en equipo requerirá muchas habilidades sociales, de resolución de conflictos y de negociación, pero también se requerirá una inteligencia emocional sólida, tanto para comprender y empatizar con los demás, como para abrazar una vida en continuo cambio con actitud positiva y saber gestionar las propias emociones y el estrés.

Los retos actuales y futuros pasan por ser ciudadanos comprometidos y solidarios. No en vano los estudios científicos y sociales nos hablan de que las generaciones actuales se muestran mucho más preocupadas por los problemas sociales y ambientales que las generaciones anteriores. Son personas que necesitan participar activamente en proyectos sociales, en proyectos de mejora y conservación del medioambiente. Las empresas incorporan cada vez más estas prioridades entre sus objetivos estratégicos.

Si coincidimos en esta visión del futuro de nuestros jóvenes, será importante que nos planteemos qué les vamos a preguntar, a qué le vamos a dar valor, en qué términos podemos orientarles y qué tipo de formación deseamos para nuestros hijos e hijas. Pensemos en qué van a necesitar para desarrollarse plenamente como personas y como ciudadanos, las cualidades que van a necesitar para su futuro laboral y personal. Entonces, encontraremos un mundo completamente diferente ante nosotros y podremos hablar, no con una conciencia de nuestro pasado, sino con una visión de futuro, amplio, rico, esperanzador, lleno de oportunidades, no exentas de dificultades, pero enseñando a superarlas para reinventarse una y otra vez con actitud positiva y de crecimiento.

Pablo Daniel García Brull

Responsable de Innovación 

Grupo Sorolla Educación

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