La adolescencia es una etapa del desarrollo que se caracteriza por la transición entre la niñez y la adultez, y tiene como objetivo prepararnos para asumir los roles de un adulto. En términos generales, podríamos decir que la adolescencia va desde los 12 hasta los 22- 25 años.
Desde un punto de vista estrictamente biológico, la adolescencia comienza en la pubertad y acaba cuando los cambios físicos (en los órganos sexuales y en relación al peso, altura y masa muscular) ya han ocurrido. Este periodo se caracteriza también por grandes cambios a nivel de crecimiento y maduración del sistema nervioso central.
A nivel biológico, la corteza prefrontal sufre cambios importantes que determinará el comportamiento y la conducta en la edad adulta. La evolución de esta corteza es la responsable de aspectos tan importantes como la responsabilidad, el criterio o el juicio.
Desde un punto de vista cognitivo, durante la adolescencia se producen cambios a nivel del pensamiento. Es el momento donde empieza a existir un pensamiento lógico formal, el cual les permite pensar en ideas y no sólo en objetos reales. A partir de este nuevo tipo de pensamiento formal el adolescente se incorpora al mundo adulto, liberando su pensamiento infantil subordinado, programando su futuro y reformando el mundo donde va a vivir.
La confusión de la identidad, lo cual es característica de la adolescencia, se refiere a la imposibilidad de desarrollar una idea de sí mismo coherente. Parte de la resolución de la crisis de identidad consiste en pasar de ser dependiente a ser independiente. Es frecuente que los padres y sus hijos adolescentes discutan sobre la elección de amigos, pandillas, planes de estudio y temas relacionados con la filosofía, modo en que los adolescentes van afianzando su propia identidad.
En ninguna otra fase del ciclo vital se encuentra tan relacionadas de manera cercana las presiones para encontrarse uno mismo y la amenaza de perderse». Tener un sentido de identidad es tener un sentimiento de estar en casa dentro del propio cuerpo, un sentimiento de saber hacia donde se va, y una seguridad interna del reconocimiento anticipado de aquellos que cuentan.
Finalmente, desde un punto de vista social la adolescencia es el periodo que nos prepara para nuestros roles como adultos, ya sea para el trabajo o para formar una familia. Al ser una fase de cambios importantes ha recibido distintos nombres y algunos se refieren a la adolescencia como una época en la que las personas transitan una «crisis de identidad”.
El rol de los padres en la educación del adolescente. Actitudes y competencias
La vida familiar no siempre es fácil durante este periodo. La incomprensión reina en la familia siendo la escuela, el ordenador, los amigos, el teléfono, las salidas, el dinero… fuentes de conflicto.
Los adolescentes a menudo tiene un comportamiento que es decepcionante para el ego de los padres. Suele ser positivo para él, para construirse como persona, pero lo es mucho menos para los que tienen que renunciar a su hijo ideal. Todo esto ocurre porque han perdido sus referencias y necesitan reposicionarse en relación a sus amigos y a sus padres.
Hay que tener presente que es solo un periodo y que si los hijos emancipándose mantienen por una parte una cierta distancia con sus padres, por otra esperan y necesitan su cariño, presencia y apoyo.
Los adolescentes van a mostrar cada vez menos su cariño hacia sus padres pero todavía desean pasar momentos en familia como ir al cine juntos…. Necesitan que los padres estén presentes, disponibles y que le aporten la estabilidad que necesita para hacer frente a todos los cambios que atraviesa.
Estas necesidades se oponen a sus deseos de libertad y autonomía. Contra más inseguros se sienten, más necesitan de sus padres y menos están dispuestos a pedir y a recibir. Oscilan entre la dependencia afectiva y una irresistible necesidad de distanciamiento.
Ante este contexto hay que redefinir los nuevos límites, explicitarlos y mantenerlos firmemente. Es importante responsabilizarle claramente sobre sus nuevas libertades. No es necesario focalizarse en todo lo que nos gustaría que cambie. Focalizar los límites únicamente en unos pocos que creemos esenciales porque forman parte de nuestros valores y creemos que son esenciales para el buen funcionamiento familiar.
Las Actitudes de los Padres. Establecer el perímetro:
- Definiendo el rol de los padres y el de los hijos.
- Estableciendo reglas y limites adecuados a la nueva situación. Si es posible establecerlas juntos. Explicando también las consecuencias por cumplirlas y por transgresarlas.
- Haciendo respetar las reglas.
- Aplicar las consecuencias pactadas.
- Aceptar el cambio: el adolescente está en plena construcción de su identidad. Debemos darle autonomía y confiar en él.
- Respetar su intimidad: necesita momentos para él, su propia habitación, su refugio personal donde pueda encontrarse consigo mismo y construirse como individuo.
No romper el dialogo. Es interesante que los padres les hablen de su propia adolescencia ya que podrán confrontar las experiencias y a los padres ayudará a entenderles mejor.
Las Competencias Parentales para poder hacer frente a ello de la mejor manera posible podrían resumirse en:
- Un compromiso positivo.
- El refuerzo positivo.
- Habilidad para solucionar problemas interpersonales. La disciplina.
- La supervisión.
En conclusión, para la educación de un adolescente del siglo XXI hay que ser un padre del siglo XXI. La educación de hace 30 años no es válida hoy en día. Por ello, los padres deben esforzarse en conocer la realidad vital del adolescente y ayudarle en la construcción de su mundo . Los padres deberían acompañar al adolescente en este proceso de construcción a través de una relación marcada por el dialogo, la negociación, la búsqueda de compromiso y el respeto de las reglas. Pero no siempre es fácil. En ocasiones los padres no saben qué hacer, lo que funcionaba ya no funciona, tienen la sensación de vivir con alguien que ya no les quiere, se sienten culpables y se preguntan que han hecho o están haciendo mal.
Marga Requena
Colaboradora GSS